Por Lina Roca.
Honestamente, no es mi primera vez en
Palenque, es la segunda. La primera vez fui en una ruta académica de la
universidad, en la cual estuve presente en una ceremonia del Lumbalú, pero no
la recuerdo mucho, fue algo pasajero e intentábamos capturar las mejores tomas
para un documental que estábamos grabando; en realidad, no me llegó al alma.
Esta vez fue diferente, esta vez Palenque sí me llegó al alma.
Al inicio del viaje cuando Merly Beltrán,
fundadora de Fundación TuCultura,
contaba los hechos históricos de Palenque y su relación con Cartagena, mencionó
que no nos dejáramos llevar por los prejuicios,
que abriéramos los ojos del alma y descubriéramos el Palenque que hay en cada
uno. Yo lo descubrí y se los voy a contar.
Desde que recibí la noticia estuve
emocionada, quería vivir una experiencia diferente, y seguramente antes de que
Merly lo mencionara, yo quería encontrar ese Palenque dentro de mí.
Una vez llegamos, a escasos 30 minutos de
Cartagena, nos dimos cuenta del ambiente “festivo” que los palenqueros celebran
los domingos. Gabino y Sebastián, guías del recorrido, nos dieron una
bienvenida muy amable, seguida del canto del himno de palenque. Ellos cantaban,
otros niños tocaban tambores y maracas mientras otros palenqueros cercanos al
bohío de la plaza donde estábamos se unían al coro que decía: ¡África, África!
Himno de Palenque.
A partir de allí emprendimos la caminata
por el húmedo y caluroso pueblo, llegamos a la emblemática estatua de Benkos
Biojó, emancipador de los negros esclavos, quien con la bendición del Padre italiano,
Cassiani, de donde muchos palenqueros se apellidan, huyó con muchos de ellos hasta llegar al
territorio que hoy es Palenque. Allí mismo, a solo unos cuantos pasos se
encuentra la iglesia, que a diferencia de muchas plazas en Latinoamérica, es
muy precaria y a pesar de ser domingo no habían feligreses, solo unas cuatro
mujeres que limpiaban. Gabino nos explicaba que aunque el palenquero aceptó la
llegada de la Iglesia Católica, estos mismos adaptaron su práctica en un
sincretismo religioso.
Dejamos la plaza y nos aventuramos a
dejar el barrio abajo para irnos barrio arriba. Para entrar en contexto,
Palenque se divide en dos barrios: Barrio Abajo y Barrio Arriba. El primero, es
desde donde llegas al corregimiento, hasta la calle donde está la Inspección de
Policía. Para mí, un lugar que no olvidaré jamás, porque era la estación de
policías, sin policías. Así es, de los policías no hay sombra y mucho menos de
otros grupos que los hayan coaccionado para ejercer autoridad. En Palenque, por
años la autoridad siempre ha sido de los Abuelos, los que preservan las
tradiciones, a pesar de muchas cosas que han logrado inmiscuirse.
Adentro, Barrio Arriba hemos llegado a la
Institución Educativa de Palenque, no es muy diferente a otras de Colombia que
yo conozca, lo más distinto eran los murales en idioma palenquero “Bantú”. Allí
nos sentamos y escuchamos sobre las actividades a las que se dedican los
habitantes del pueblo cimarrón y luego, de forma imprevista entró una
Palenquera que además de ofrecer las originales “Alegrías, cocadas y enyucados”,
amenizó el rato con canciones folclóricas que narraban el ser del palenquero. Momentos
después de la primera canción la cantante se presenta y me doy cuenta que es
Emelina Salgado, voz principal de “Alegres Ambulancias”, grupo que
anteriormente había tenido la oportunidad de escuchar en un Mercado Cultural
del Caribe. No la había reconocido. Allí me di cuenta que el Palenquero no deja
de ser lo que es y tampoco aparenta ser otro a pesar de haber viajado por el
mundo, tal cual como lo descubrí con el Maestro Rafael Cassiani, una persona
que impresionaba con ternura al contar cómo fue que “Sexteto Tabalá” mostró al mundo un pedazo de Palenque con su
música… era maravilloso verlo reírse de sí mismo cuando contaba su historia a
lo largo de su vida, era como si el tiempo no pasara y él y nosotros viviéramos
ese momento.
Emelina Salgado
De Barrio Arriba nos devolvemos hacia
Barrio Abajo donde vimos el Arroyo, que además de ser el lugar que provee el agua
para lavar, cocinar y asear, también es para coquetear. De hecho hay una parte
solo para mujeres y otra para hombres, aquel que se descubra en el lugar
contrario le cae el peso de la autoridad palenquera. No obstante, me detengo en
este aparte para comentarles la forma peculiar con la que se corteja en ese
lugar; Gabino nos daba este ejemplo: si un hombre palenquero que se esté
aseando con un jabón de marca “Camay” ve a una mujer que le atrae y supongamos
que esa mujer se llame “María”, él proclamará el siguiente estribillo: “Me baño con jabón Camay, porque como María
mujer no hay”. Inmediatamente este hace una acrobacia para darle la
estocada final. Lastimosamente el arroyo en ese momento no era muy caudaloso
por la poca lluvia que había caído.
No podía terminar el recorrido de
Palenque sin ver bailar a los palenqueros. Mapalé, Puya, baile de La Pava y
Son, más los movimientos deslumbrantes, sugestivos y espectaculares que
agasajaron el tremendo final, una mirada introspectiva sobre mi, ya que siendo
de tez blanca poseo los movimientos africanos al bailar, descendencia de
África, descendencia Caribe.
¡Basta de palabras, aquí les dejo cómo se
baila!
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