lunes, 10 de junio de 2013

Palenque desde los ojos del alma

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Por Lina Roca.

Honestamente, no es mi primera vez en Palenque, es la segunda. La primera vez fui en una ruta académica de la universidad, en la cual estuve presente en una ceremonia del Lumbalú, pero no la recuerdo mucho, fue algo pasajero e intentábamos capturar las mejores tomas para un documental que estábamos grabando; en realidad, no me llegó al alma. Esta vez fue diferente, esta vez Palenque sí me llegó al alma.

Al inicio del viaje cuando Merly Beltrán, fundadora de  Fundación TuCultura, contaba los hechos históricos de Palenque y su relación con Cartagena, mencionó que no nos dejáramos llevar por los  prejuicios, que abriéramos los ojos del alma y descubriéramos el Palenque que hay en cada uno. Yo lo descubrí y se los voy a contar.



Desde que recibí la noticia estuve emocionada, quería vivir una experiencia diferente, y seguramente antes de que Merly lo mencionara, yo quería encontrar ese Palenque dentro de mí.

Una vez llegamos, a escasos 30 minutos de Cartagena, nos dimos cuenta del ambiente “festivo” que los palenqueros celebran los domingos. Gabino y Sebastián, guías del recorrido, nos dieron una bienvenida muy amable, seguida del canto del himno de palenque. Ellos cantaban, otros niños tocaban tambores y maracas mientras otros palenqueros cercanos al bohío de la plaza donde estábamos se unían al coro que decía: ¡África, África!

Himno de Palenque.

A partir de allí emprendimos la caminata por el húmedo y caluroso pueblo, llegamos a la emblemática estatua de Benkos Biojó, emancipador de los negros esclavos, quien con la bendición del Padre italiano, Cassiani, de donde muchos palenqueros se apellidan,  huyó con muchos de ellos hasta llegar al territorio que hoy es Palenque. Allí mismo, a solo unos cuantos pasos se encuentra la iglesia, que a diferencia de muchas plazas en Latinoamérica, es muy precaria y a pesar de ser domingo no habían feligreses, solo unas cuatro mujeres que limpiaban. Gabino nos explicaba que aunque el palenquero aceptó la llegada de la Iglesia Católica, estos mismos adaptaron su práctica en un sincretismo religioso.



Dejamos la plaza y nos aventuramos a dejar el barrio abajo para irnos barrio arriba. Para entrar en contexto, Palenque se divide en dos barrios: Barrio Abajo y Barrio Arriba. El primero, es desde donde llegas al corregimiento, hasta la calle donde está la Inspección de Policía. Para mí, un lugar que no olvidaré jamás, porque era la estación de policías, sin policías. Así es, de los policías no hay sombra y mucho menos de otros grupos que los hayan coaccionado para ejercer autoridad. En Palenque, por años la autoridad siempre ha sido de los Abuelos, los que preservan las tradiciones, a pesar de muchas cosas que han logrado inmiscuirse.

Adentro, Barrio Arriba hemos llegado a la Institución Educativa de Palenque, no es muy diferente a otras de Colombia que yo conozca, lo más distinto eran los murales en idioma palenquero “Bantú”. Allí nos sentamos y escuchamos sobre las actividades a las que se dedican los habitantes del pueblo cimarrón y luego, de forma imprevista entró una Palenquera que además de ofrecer las originales “Alegrías, cocadas y enyucados”, amenizó el rato con canciones folclóricas que narraban el ser del palenquero. Momentos después de la primera canción la cantante se presenta y me doy cuenta que es Emelina Salgado, voz principal de “Alegres Ambulancias”, grupo que anteriormente había tenido la oportunidad de escuchar en un Mercado Cultural del Caribe. No la había reconocido. Allí me di cuenta que el Palenquero no deja de ser lo que es y tampoco aparenta ser otro a pesar de haber viajado por el mundo, tal cual como lo descubrí con el Maestro Rafael Cassiani, una persona que impresionaba con ternura al contar cómo fue que “Sexteto Tabalá”  mostró al mundo un pedazo de Palenque con su música… era maravilloso verlo reírse de sí mismo cuando contaba su historia a lo largo de su vida, era como si el tiempo no pasara y él y nosotros viviéramos ese momento.


Emelina Salgado 

De Barrio Arriba nos devolvemos hacia Barrio Abajo donde vimos el Arroyo, que además de ser el lugar que provee el agua para lavar, cocinar y asear, también es para coquetear. De hecho hay una parte solo para mujeres y otra para hombres, aquel que se descubra en el lugar contrario le cae el peso de la autoridad palenquera. No obstante, me detengo en este aparte para comentarles la forma peculiar con la que se corteja en ese lugar; Gabino nos daba este ejemplo: si un hombre palenquero que se esté aseando con un jabón de marca “Camay” ve a una mujer que le atrae y supongamos que esa mujer se llame “María”, él proclamará el siguiente estribillo: “Me baño con jabón Camay, porque como María mujer no hay”. Inmediatamente este hace una acrobacia para darle la estocada final. Lastimosamente el arroyo en ese momento no era muy caudaloso por la poca lluvia que había caído.

No podía terminar el recorrido de Palenque sin ver bailar a los palenqueros. Mapalé, Puya, baile de La Pava y Son, más los movimientos deslumbrantes, sugestivos y espectaculares que agasajaron el tremendo final, una mirada introspectiva sobre mi, ya que siendo de tez blanca poseo los movimientos africanos al bailar, descendencia de África, descendencia Caribe.

¡Basta de palabras, aquí les dejo cómo se baila!



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