Por: Karen M. Gaviria Moreno
Un sol
brillante, pies descalzos, dientes grandes, ojos abiertos, almas nobles, muchos colores, arboles, peinados
creativos, niños en la calle, dulces,
comida e historias, por su
puesto música, danza y tradición esto se respira, se palpa, se siente, se
percibe desde la entrada a aquel resguardo de la pacha mama.
El amor por
lo propio, por el semejante, el
valorar lo verdaderamente importante es el secreto para sonreír y ser feliz de
verdad verdad, consideraría que esta es una de las grandes enseñanzas del
pueblo palenquero para el mundo y
nadie lo dirá porque está en
el ambiente con cada respiro; Aquellos
despertó en mi esperanzas sobre
la realidad tan caótica de mi ciudad (Cartagena) de mi
país ( Colombia); re descubrir en
esta visita un lugar de puertas y corazones abiertos, sin policías, sin miedo al peligro, simplemente sin miedo fue
como sentir mi alma camino a renacer en áfrica después del lumbalú.
Porque
la vida
como la que se
vive en palenque
es nuestra herencia africana en esencia.
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